Influencia de la superficie de juego en el rendimiento de los jugadores de fútbol y rugby / influence of sports surface on soccer and rugby players’ performance

  1. López Fernández, Jorge
Supervised by:
  1. Leonor Gallardo Guerrero Director
  2. Javier Sánchez Sánchez Co-director

Defence university: Universidad de Castilla-La Mancha

Fecha de defensa: 09 April 2018

Committee:
  1. Ricardo Mora Rodríguez Chair
  2. José Luis Felipe Hernández Secretary
  3. André Filipe Teixeira Seabra Committee member

Type: Thesis

Abstract

RESUMEN Tradicionalmente los deportes colectivos como el fútbol y el rugby se han jugado sobre césped natural, siendo considerada esta superficie la de mayor calidad para la práctica deportiva. Sin embargo, esta superficie no sólo tiene un coste de mantenimiento muy elevado, sino que el número de horas de uso que ofrece es muy limitado. Por esa razón, el deporte amateur y de base se ha visto obligado, en muchas ocasiones, a apostar por otra tipología de pavimento como puede ser la tierra. Si analizamos el caso del fútbol en España, los terrenos de juego de tierra fueron de la mano del deporte no profesional hasta principios del siglo XXI. Momento en el que el césped artificial consiguió equiparar sus propiedades mecánicas a las del césped natural y convertirse en una alternativa de mayor calidad a la hierba natural. Desde la aceptación del césped artificial para la práctica deportiva por la Fédération Internationale de Football Association (FIFA) y la World Rugby (WR), los campos de césped artificial se han expandido exponencialmente tanto para la práctica del fútbol, como del rugby. Entre sus principales ventajas, destaca su alto retorno económico en comparación con las superficies naturales y una mayor calidad de juego que los pavimentos de tierra. A pesar de la mejora cualitativa de estos sistemas sintéticos y de su creciente uso, muchos deportistas siguen siendo reacios a los mismos, argumentando que tienen un mayor índice de lesión, causa una mayor fatiga y afecta al desarrollo del juego. Por ello, estos sistemas de césped artificial, sin dejar de mejorar en sus prestaciones, tienen como reto el transmitir al usuario esta real equiparación con las superficies naturales. Demostrando que no limitan el rendimiento deportivo ni incrementan el riesgo de sufrir una lesión. En los últimos años ha habido un crecimiento muy elevado de los deportes de playa, incluso en zonas no costeras. Esto ha llevado a numerosos autores a estudiar cómo la superficie de arena afecta a la respuesta física y fisiológica de los deportistas. La principal particularidad de la arena es que tiene una absorción de impactos muy alta, por lo que los deportistas se ven obligados a modificar su técnica de carrera. Esta alta absorción de impactos va acompañada de una mayor disipación de la energía, de forma que la velocidad de los esprines es mucho más baja que en el resto de pavimentos. Esta diferencia en la cinética de movimiento de los deportistas se traduce en una mayor demanda metabólica, aumentando la respuesta fisiológica de los deportistas (mayor concentración de lactato y mayor frecuencia cardiaca pico). Por esta razón, cada vez más autores proponen el uso de esta superficie tanto para la rehabilitación de los deportistas, como mejorar su condición física. En la presente Tesis Doctoral, se han llevado a cabo seis estudios diferentes que comparan la influencia que tiene la superficie de juego sobre la respuesta física y fisiológica de los deportistas al realizar su modalidad deportiva. Los objetivos de estos estudios fueron: 1) evaluar la influencia de la superficie de juego y las dimensiones del espacio en el perfil de movimiento de las mujeres futbolistas sub-élite durante varios juegos reducidos de cuatro jugadores por equipo; 2) evaluar la influencia de la superficie de juego y las dimensiones del espacio en la respuesta fisiológica, la fatiga y la percepción de las jugadoras de fútbol sub-élite en diferentes juegos reducidos de cuatro jugadores por equipo; 3) analizar las demandas de potencia metabólica de varios juegos reducidos de posesión y sin portero jugados sobre tres superficies de juego diferentes; 4) analizar la influencia de la superficie de juego sobre la respuesta física y fisiológica de los jugadores de fútbol amateur a través de un protocolo de partido simulado; 5) evaluar la influencia de la superficie de juego sobre los patrones fisiológicos y la respuesta muscular de los jugadores de fútbol mediante un protocolo de partido simulado que incorpora esprines repetidos y acciones no-lineales a máxima velocidad; 6) descubrir la influencia de la arena y el césped natural sobre los parámetros musculares en jugadoras de rugby tras un test que induce a la fatiga. La muestra de los estudios 1, 2 y 3 estuvo compuesta por dieciséis mujeres futbolistas de la Segunda División española, con edades comprendidas entre los 17 y los 21 años (19,56 ± 1,97 años). Siguiendo las indicaciones de los entrenadores, las jugadoras se agruparon en cuatro equipos de cuatro jugadoras. Cada equipo disputó tres juegos reducidos de distinto tamaño (400 m2; 600 m2; y 800 m2) sobre cada una de las tres superficies seleccionadas (césped natural, césped artificial y tierra). Los juegos reducidos se disputaron sin portero, manteniéndose los mismos enfrentamientos durante toda la prueba. Estos enfrentamientos fueron establecidos por los entrenadores para garantizar la máxima igualdad. Cada juego reducido tuvo una duración de 4 minutos y se repitió dos veces sobre cada superficie. En el Estudio 1, el perfil cinemático de los jugadores (velocidad; distancia total; aceleraciones; etc.) en cada juego reducido fueron registradas a través de un sistema global de posicionamiento por satélite (GPS) diseñado para la práctica deportiva (Spi Pro X, GPSports, Canberra, Australia). Además, las acciones de esprín (acciones por encima de 18 Km/h) fueron analizadas pormenorizadamente (aceleración máxima, velocidad máxima, distancia total y duración). Por su parte, en el Estudio 2 se analizó la respuesta fisiológica de las jugadoras a través de unas bandas de monitorización de la frecuencia cardiaca (Polar Team System, Kempele, Finlandia). Los resultados de frecuencia cardiaca se obtuvieron tanto en latidos por minuto (l.p.m), como en base a la frecuencia cardiaca máxima de cada futbolista (%FCmax). Antes y después de cada juego reducido las jugadoras realizaron dos saltos con contra movimiento. Además, las jugadoras valoraron la calidad de la superficie a través de un cuestionario de percepción que utiliza una escala visual análoga (VAS). Por último, en el estudio 3, por medio de los mismos dispositivos GPS utilizados en el estudio 1, se estimó la carga metabólica (absoluta [KJ] y relativa [KJ/Kg]) que conllevó realizar cada juego reducido. Igualmente, se estimó el ratio de energía consumido por segundo (W/kg), la distancia total cubierta a más de 20 W/Kg (m) y la distancia máxima estimada si la velocidad hubiese sido constante (m). Para los estudios 4 y 5, se reclutaron dieciséis futbolistas amateurs (22,17 ± 3,43 años). Los participantes completaron los primeros tres bloques de un protocolo de partido simulado sobre dos superficies diferentes (una de césped natural y otra de césped artificial) cuyas propiedades mecánicas fueron analizadas (absorción de impactos, la deformación vertical y la energía de restitución). Este protocolo fue diseñado expresamente para reproducir las demandas físicas y fisiológicas de los partidos de fútbol. En el estudio 4, los patrones físicos de los jugadores sobre cada superficie (tiempo de esprín, tiempo de esprines no-lineales, velocidad) fueron registrados mediante un sistema de fotocélulas (Microgate, Bolzano, Italia) y de dispositivos de GPS (HPU, GPSports, Australia). Así mismo, por medio de unas bandas de monitorización de la frecuencia cardiaca (Polar Team System, Kempele, Finlandia) se analizó la respuesta fisiológica en cada uno de los tres bloques que componen el protocolo de partido simulado. Por su parte, en el estudio 5, se analizó la carga fisiológica del protocolo de partido simulado a través de la monitorización de la frecuencia cardiaca. Antes y después de este test se registró el rendimiento de los deportistas en un salto con contra movimiento y la respuesta de los músculos recto femoral y bíceps femoral ante un estímulo eléctrico. Esta última prueba se realizó usando un equipo de tensiomiografía (BMC Ltd., Ljubljana, Eslovenia). Por último, el estudio 6 se centra en el deporte del Rugby. En este caso, quince jugadoras de rugby amateur (23,4 ± 4,42 años) realizaron un test de esprines repetidos sobre una superficie de césped natural y otra de arena. El rendimiento físico del test se obtuvo a través del sistema de fotocélulas y los equipos GPS del estudio 4; mientras que la respuesta de los músculos recto femoral y bíceps femoral ante un estímulo eléctrico antes y después de los esprines repetidos se registró mediante la prueba de tensiomiografía. Finalmente, a través del salto con contra movimiento se analizó la capacidad explosiva de las extremidades inferiores de cada participante. Las principales conclusiones de estos estudios fueron: 1) La respuesta física de las mujeres futbolistas es mayor sobre césped artificial que sobre tierra. En los juegos reducidos más intensos, el césped natural genera una carga externa más elevada que su homónimo el césped artificial. Además, cuando las dimensiones del espacio son demasiado grandes, la carga externa se estanca o incluso decrece. 2) Las mujeres futbolistas consideran que el césped artificial no reduce la calidad en el juego en comparación con el césped natural, rechazando el uso de la tierra para la práctica del fútbol. La superficie natural produce una mayor carga interna en las jugadoras que el césped artificial durante la práctica del fútbol. En contraposición, las dimensiones del juego reducido pueden utilizarse para regular la intensidad de la tarea, aunque considerando que, si las dimensiones son demasiado grandes, la respuesta fisiológica decrece. 3) Jugar sobre tierra reduce la potencia metabólica en los juegos reducidos; siendo la hierba natural la superficie más adecuada para obtener una mayor respuesta metabólica. De igual forma, si se aumenta en exceso las dimensiones de los juegos reducidos la demanda metabólica de los mismos no aumenta. 4) La variabilidad mecánica entre el césped natural y el césped artificial no es suficientemente alta como para alterar el rendimiento en esprín y la respuesta fisiológica de los futbolistas amateur ante un mismo estímulo. No obstante, estas diferencias sí afectan ligeramente al rendimiento en los giros y cambios de dirección. 5) La diferencia en la respuesta mecánica entre el césped artificial y la hierba natural no modifica la respuesta fisiológica y muscular de los jugadores de fútbol amateur ante un mismo estímulo. 6) La superficie de arena produce una mayor fatiga en el recto femoral de las jugadoras de rugby que el césped natural después un test de esprines repetidos.