El mundo como fundamento. Facticidad, trascendentalidad y ontología. Una lectura de Heidegger hasta ser y tiempo desde sus primeras lecciones hasta Vom Wesen des Grundes

  1. VIVAS MORENO, MANUEL
Dirigida por:
  1. María del Carmen Paredes Martín Director/a

Universidad de defensa: Universidad de Salamanca

Fecha de defensa: 29 de octubre de 2019

Tribunal:
  1. Gabriel Amengual Coll Presidente/a
  2. Francisco Tadeo Baciero Ruiz Secretario/a
  3. Ana María Andaluz Romanillos Vocal

Tipo: Tesis

Resumen

El punto de partida de la filosofía de Heidegger, lo que hay en su simplicidad, permite al filósofo el descubrimiento de la vida como eje respecto del cual la filosofía adquiere nuevo sentido y definición, sobre todo después del imperio especulativo hegeliano. No obstante, la vida pone de manifiesto la insuficiencia ontológica de la fenomenología entendida esta desde la reducción trascendental y eidética de Husserl. La aproximación a la vida en su pura facticidad –pues la vida siempre es “vida fáctica”- exige salvar esa insuficiencia ontológica procurándose así la llamada transformación hermenéutica de la fenomenología. De entre las categorías fundamentales de la vida que Heidegger expone, la ruina es especialmente significativa para nosotros junto con el sentido kayrológico de la vida pues significan la necesidad óntico-ontológica del Dasein. De la facticidad autárquica, caldo de cultivo de la vida, podemos hablar de trascendentalidad de la mano del Dasein, sin abandonar la facticidad, como horizonte del preguntar por el ser. Si la ruina significaba la “desubicación” de la vida, el Dasein se encuentra a sí mismo en su “Ahí” –también su “hoy”- ubicándose sobre el mundo. En este sentido entendemos la Befindlichkeit como ubicuidad, justo en el sentido contrario del famoso atributo divino: si Dios está en todas partes al mismo tiempo, el Dasein sólo está en su ahí que es su tiempo, reiterando así el sentido kayrológico de la vida, desde el que se alumbra una concepción del tiempo ni lineal ni circular o dialéctica, sino existencial, pues el tiempo muere con el Dasein. La revisión de la subjetividad que el Dasein supone, la concepción kayrológica del tiempo que el mismo conlleva y el horizonte transcendental que la misma pregunta por el ser que el Dasein significa, tiene severas consecuencias teológicas; en este sentido, entendemos que el silencio contemporáneo de la teología se debe a la ausencia de una necesaria y urgente revisión del sujeto teológico. La pregunta por el ser determina el marco ontológico, entendido desde la diferencia ontológica, tal y como es considerada por Heidegger en su lección de 1927 , “Los problemas fundamentales de la fenomenología” (GA24).